¿Recuerdas ese encuentro con tu vecino en el ascensor? No cruzasteis palabra alguna y se creó un ambiente tenso y algo incómodo. Para evitar este tipo de situaciones, existen unos tipos de conversaciones triviales que sirven para romper el hielo y huir de silencios desagradables. Dentro de la cultura inglesa, a este tipo de conversaciones se conocen con el nombre de “small talk”.
Aunque a simple vista pueden parecer una chorrada, resultan muy prácticas. Y es que gracias a estas conversaciones puedes conocer a gente interesante, socializar más (en lugar de quedarte aislado con tu smartphone o tablet) e incluso puedes llegar a conectar con alguien con quien en un futuro puedes establecer alguna relación profesional. ¡Quién sabe!
¿Te gustaría convertir esos silencios en una conversación fructífera pero no sabes cómo? El small talk no solo puedes aplicarlo a tu vida personal. De hecho, en el terreno profesional también tiene sus frutos y un gran potencial. Por ejemplo, imagina que vas a cerrar un trato con alguien. Una charla previa de unos minutos te puede servir para conectar con esa persona a nivel más personal y humano, y ese puede ser el detonante que haga que el trato siga adelante.
Reglas básicas y consejos para conseguir un small talk efectivo
Tal vez hablar del tiempo con un desconocido o soltar un “¿qué tal?” no te va a permitir conectar con esa persona al instante. Pero esta frase inicial puede ser idónea para tomar la iniciativa, hacer más preguntas y llevarlas al terreno que quieras.
Independientemente de si aplicas el small talk en tu vida cotidiana o en el trabajo, estas son algunas reglas básicas que debes tener en cuenta para conseguir una conversación fructífera y efectiva:
- No respondas de manera literal y con monosílabos:
Si la pregunta requiere de un monosílabo (sí o no, bien o mal), no te quedes ahí y ahonda un poco más. Por ejemplo, si te preguntan “¿cómo estás?” Y le respondes “bien” a secas, estás cerrando la conversación.
Distinto es si tu respuesta fuera “bien, acabo de llegar de Barcelona, donde he tenido una reunión con el director de Coca-Cola”. Ofreces la posibilidad de hablar sobre la ciudad y sobre alguien que tenéis en común.
- No hagas preguntas demasiado íntimas:
Cuando hagas una pregunta, es importante que escuches bien la respuesta para hacer nuevas preguntas relacionadas.
Por otro lado, cuidado con hacer preguntas demasiado entrometidas, ya que la otra persona puede sentirse incómoda, al no tener confianza para hablar sobre ciertos temas personales.
Si te encuentras en el ascensor con un compañero de trabajo, que está en otro departamento diferente al tuyo y que por tanto no ves mucho, lo mejor es utilizar su nombre en la conversación y lanzarle algún halago.
- El lenguaje no verbal importa:
La forma de expresarte, la sonrisa y la naturalidad con la que dirijas la conversación es clave para conectar y socializar con el otro. Por tanto, el tono de la conversación ayudará a que la conversación fluya y juegue en el terreno más emocional.
Ponte en el caso de que después de una reunión, comentas que tienes ir al veterinario porque tu perro está enfermo. Esto puede empatizar con el otro si le gustan los animales.
- Observa bien a la otra persona antes de lanzarle una pregunta:
Evidentemente, el sentido común también es importante. Si observas que el interlocutor tiene un rostro apagado o parece estresado, tu reto será empatizar con él, escucharlo, mantener la mirada y reaccionar con expresiones faciales a lo que comente.
Como ves, el small talk es una práctica que si se utiliza bien, puede enriquecer a un individuo en su faceta personal y profesional. La clave de su éxito no está en lanzar muchas preguntas, sino en crear una conversación fluida y conectar emocionalmente con el interlocutor.