Cómo evitar cometer errores en la traducción gastronómica

Cómo evitar cometer errores en la traducción gastronómica

A simple vista, la carta de un restaurante o una receta parecen textos sencillos y cortos que, a priori, no deberían darnos muchos problemas con su traducción. Sin embargo, es en las traducciones culinarias donde encontramos algunas de las meteduras de pata más descaradas, indicativas de un mal uso de traductor de Google. En esta publicación repasaremos los errores más frecuentes en la traducción gastronómica y aprenderemos a evitarlos.

En ocasiones, los nombres de los platos no han de ser traducidos, sino acompañados de una breve descripción del plato. Este es el caso de los platos típicos de una zona que no cuentan con equivalente en el idioma de destino. Es el caso del gazpacho, que debería ir acompañado de «sopa fría de tomate, pan y pepino», por ejemplo. Otro caso podría ser el rabo de toro, cuya traducción podría generar incómodas dudas a la hora de comer.

Otro error típico en las traducciones gastronómicas se encuentra en las unidades de medida. Hay que pensar que no todos los países usan las mismas unidades de medida, por lo que hay que especificar correctamente la unidad a la que nos referimos. Por ejemplo, en la receta de un bizcocho, debemos concretar si nos referimos a 180 grados Celsius o a 180 grados Fahrenheit para la temperatura del horno. Si no lo especificamos, quizá a nuestro amigo americano se le complique un poco la cocción de su bizcocho.

Además, se suelen cometer errores al traducir nombres propios y denominativos del origen de un plato. Uno de los casos más virales fue la traducción del cocido leonés como  «cooked lions» en la carta de un restaurante que, literalmente, se traduce como leones cocinados. Es por ello que debemos tener cuidado con los nombres propios y, en la mayoría de los casos, dejarlos en su idioma original.

Factores a tener en cuenta para las traducciones en cocina

A la hora de realizar una buena traducción gastronómica, hay que tener en cuenta varios factores en relación con el público al que va destinada la traducción.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que, en varios países, el idioma es el mismo con variaciones que hacen totalmente distinta la comprensión de una carta o una receta. Por ejemplo, si hacemos una traducción para un público predominantemente americano, no podemos utilizar el inglés británico, puesto que esto supone un error de traducción y una falta de implicación con el que sabes que es tu público. Al igual pasa si queremos expandir la carta de nuestro restaurante con un lenguaje español latinoamericano. Debemos pensar en que, aunque el idioma es el mismo, existen palabras que tienen significados diferentes en ambas lenguas, lo que puede provocar confusiones si, a priori, el cliente no tiene una idea general de nuestro vocabulario.

Además, debemos tener en cuenta que existen presentaciones culinarias arraigadas a nuestra cultura que necesitan ser explicadas en las traducciones puesto que pueden generar confusiones a un cliente extranjero. Por ejemplo, si tenemos una carta de tapas, no estaría mal aclarar qué son las tapas y cuál es su presentación, ya que el cliente puede sentirse decepcionado al pensar que pide un plato y, en realidad, está pidiendo un pequeño aperitivo.

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